Comunicación

martes, mayo 17, 2011

¿Para quién escribo?


Dedicado a Luz del Olmo a la manera de Aleixandre.

Para quién escribo en este blog, me pregunto a menudo, ahora que han pasado más de cinco años desde que escribí en él por primera vez. ¿Para quién escribo? Llevo semanas dando vueltas a las preguntas: para quién, por qué, para qué...

Escribo para mis alumnos, para los que me leen y los que no, para los de este curso y los pasados, para los que consiguieron algo (maldito título, que abre la puerta del no-fracaso) y para los que desaparecieron, a la vuelta de enero o a mitad de curso. Algunos de estos últimos, han vuelto años después, más centrados, más adultos, pero siempre han sido muchos más los que no he vuelto a ver. ¿Qué será de ellos?


Escribo para aquellos alumnos que venían dormidos a clase, después de haber estado trabajando toda la noche (o toda la mañana). Recuerdo uno que era camionero. No faltaba ni un día, y su tesón era admirable. Como el de aquel otro, como otros muchos, que trabajaba una semana de tarde y otra de mañana, y me aguantaba repetir clases en un turno o en otro.


Escribo para aquellas alumnas (sí, casi siempre más mujeres) que estudiaban para ayudar a sus hijos en la ESO, y para aquella que estudió con el suyo en la misma clase y le dejó atrás, él repitiendo curso y ella accediendo a la universidad al curso siguiente. Años después él volvió, ya maduro, y lo consiguió.


Escribo para aquella otra, como muchas, que no siguió estudiando, que se quitó simplemente la espinita. Para aquellas (sí, sobre todo mujeres) a las que conseguir el título les valió para elevar su autoestima; pero no tanto como para querer seguir formándose, para dejar "sus labores", para conseguir un trabajo fuera de casa.


Escribo para alumnos/as mucho más jóvenes que aquellos/as. Como aquel/la que el otro día, en un descaso, me decía: Estoy aquí porque pasé de los profes del instituto, perdí el tiempo, no debí juntarme con aquella gente en los recreos... Empecé a faltar a clase, y ni mis padres ni los profes pudieron hacer nada para hacerme volver. Cuatro años han pasado desde que aquel 3º de la ESO que no terminó.


Pero también escribo para su compañero/a, a quien le pasó al contrario y nos contaba: Yo estoy aquí porque en el instituto pasaron de mí. Estuve enfermo/a un tiempo y perdí muchas clases. Cuando volví ya no pude ponerme al nivel de los demás. No me ayudaron. Repetí y fue peor. Me costaba aprender. Nadie me ayudó y me quedé en casa.


Para todos mis alumnos y antiguos alumnos escribo, hombres y mujeres que buscan otra oportunidad, porque creen que la perdieron, cuando lo que pasó, pasa casi siempre, fue que no se la dieron, o se la quitaron. 

Y para el que nunca había leído una novela, ni había oído un cuento o recitar un poema, ni había asistido a una obra teatral...

Y para el que nunca había oído a un profesor hablar en inglés o leer un cuento: gramática, gramática, gramática...

Y para el que viajó al extranjero por primera vez, o el que nunca había visto Madrid de noche o leído El Quijote delante de miles de personas...

Y para el que nunca había hablado ante un público, y mucho menos sobre Literatura.

Para el que escribió una carta al director que le publicaron, para el que escribió un poema por primera vez y para el que los llevaba años escribiendo.

Y para el que encendió un ordenador, aprobó un examen, escribió un trabajo académico (y tuvo que mandarlo sin usar el Messenger), también por primera vez...  pero diez años después.

Escribo, sobre todo, para gente muy joven que llena mis clases desde hace unos cuantos años, gente que quiere trabajar en algo mejor o que, simplemente, quiere trabajar. No son los mejores estudiantes de sus generaciones, pero son personas increíbles, llenas de historia, de sueños, de problemas, de vida y de futuro..., con sus obligaciones y sus derechos, como todo el mundo, como tú y como yo, ni más ni menos.